Pensó que eran molinos de viento. Recuerda hambre, gaviotas, vidrios clavados en los pies. El seguir por respeto a su ilusión. Recuerda la piel de gallina cuando tanto horizonte azul mutó a verde. El tornasol disparaba la moneda. Pensó que eran molinos de viento. La distancia, el silencio, las botellas estériles. Y luego de caminar el último centímetro del puente: éxodo. Eran gigantes. Manadas huyendo, lluvias repentinas, tormentas de arena. La sabana se fue. Sólo le quedó un ñu. Los marineros dieron la noticia: ¡Vienepampa! ¡Vienepampa! Y el éxodo.



- ¿Y vos? ¿por qué me esperaste?

- Porque te entiendo.

- ¿Y por qué no me avisaste?

- Vos ya lo sabías.



Duelepampa. Era verdad. Eran gigantes. Para la sabana son los leones, el verde, las chozas. No las pampas. Para ellas las rocas, el viento, la distancia. Y empiricapampa aprende. Y vuelve como vieja. Con una duda menos.

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